Hace un mes aterrizamos en Kilimanjaro Airport emocionados y llenos de ilusión con nuestra nueva aventura africana pero también con la nostalgia natural de dejar atrás nuestra vida de La Haya. Una vida que nos dejó no sólo unos entrañables amigos sino también a nuestro adorado hijo Simón, a quien le acabamos de celebrar su primer cumpleaños.
Estamos ya instalados en nuestra nueva casa. Está aún vacía pues no ha llegado todavía el contenedor con nuestras cosas. Esperamos que llegue pronto para tener la casa lista para recibir a la familia y los amigos que quieran venir a visitarnos, que ojalá sean muchos!
Han sido tantas y tan divertidas las cosas que nos han pasado en este mes que llevamos en Arusha que siento como si lleváramos viviendo acá mucho más tiempo del que realmente hemos estado.
El proceso de adaptación ha sido fácil y gracias a que teníamos las expectativas acerca de la vida acá bastante bajas no ha habido nada a lo que nos haya costado trabajo acostumbrarnos: el toldillo de la cama para que no se lo coman a uno los mosquitos, el tomar agua solamente del botellón, el tráfico caótico con los motociclistas y los “dala dala” (buses) suicidas, la burocracia kafkiana, la corrupción, los apagones de luz, el polvo de ceniza volcánica que cubre todo.
Para adaptarnos lo mejor posible hemos empezado a aprender Suajili. Tuvimos la suerte de encontrar a un exmisionero español, Francisco, casado con tanzana, que lleva 30 años viviendo acá. Conoce el suajili mejor que los tanzanos y las clases son muy entretenidas. Creería uno que la primera palabra que se aprende en Suajili es Jambo (hola) pero no es asi, no por lo menos para los wazungu (blancos) que no son turistas de una semana. La palabra más importante es “pole pole”, el equivalente a un “relájate” de la costa colombiana. Aquí todo toma su tiempo…y mucho tiempo, todo requiere un papel adicional, nada se soluciona con ser enfático mucho menos poniéndose bravo. Simplemente aceptando que las cosas van a otro compás y que es necesario esperar y no desesperar!
En Arusha nada funciona, cada trámite toma mil años y siempre hay que encontrar a la persona adecuada para hacer una vuelta. Con todo la gente es extremadamente amable y se puede uno reir mucho si se lo toma “pole pole”. Hay cosas muy divertidas y curiosas, por ejemplo:
- Para llegar a nuestra casa hay que pasar un portón en la carretera que es custodiado por un grupo de jóvenes Massai, quién les paga, para quién trabajan es un misterio. El portón lo cierran por la noche y si un día no están o no abren pues simplemente no podemos llegar a la casa.
- Nuestra casa, como todas las demás, es custodiada por una empresa de seguridad. Hay dos guardias en turnos de 12 horas cada uno. Ellos son quienes tienen las llaves del predio donde está la casa. Nosotros nunca hemos visto las llaves e igual a que con el portón, si un día no están o no abren no podemos entrar. No hay forma de abrir desde afuera.
- El servicio de luz es prepago, similar a un celular. Hay que comprar crédito y cargarlo al contador de la luz. Cuando se acaba el crédito simplemente se va la luz. Como también cortan la luz con alguna frecuencia, cuando se va la luz no se sabe a veces si es porque se acabó el crédito o porque hay un apagón. Ya nos pasó una vez que pensamos que habían cortado la luz y duramos casi un día sin electricidad. Después nos dimos cuenta que se había acabado el crédito. Por fortuna la casa tiene una planta eléctrica de gasolina que podemos prender cuando se va la luz.
- Abrir una cuenta en el banco es toda una odisea. Hay que diligenciar varios formularios, poner sellos y firmas, y cuando uno va a depositar los primeros dólares el cajero empieza a separar los billetes en dos grupos. Cuando termina dice “estos dólares no se los puedo recibir”. “Por qué, Son falsos”? “No, porque fueron emitidos antes del año 2000 y en Arusha no circulan”. Hay que resignarse entonce a tener unos dólares legítimos que no valen un centavo…Ah, y por curiosidad, el banco es el Standard Charter, un reconocido banco internacional.
Después de un mes en Arusha me he vuelto un especialista en trámites y vueltas. Por eso he pasado de ser un respetable Mwanasheria (abogado) a ser un simple dereva (conductor) y fundi (todero), así me llama ahora Ana María. Como ven el matrimonio va por muy buen camino!
Después de un largo día de trámites y situaciones inverosímiles puede uno relajarse tomándose una de las varias cervezas tanzanas que no sólo tienen la cualidad de ser todas de 500 mililitros sino de tener nombres muy evocativos: Kilimanjaro, Serengeti, Safari, Dovu (elefante), Faru (rinoceronte).
El sitio que más hemos frecuentado para terminar el día se llama Players, y queda muy cerca de nuestra casa. El sitio tiene piscina, cancha de tenis, squash y gimansio. El menu del restaurante incluye hamburguesa, pizza y hasta sushi…la calidad?…excelente: no nos hemos enfermado!
También hemos ido al Club TGT y al Club de Polo, ambos muy bonitos, con piscina, deportes y buena comida.
La instalada no ha dejado tiempo para los safaris. Desde que llegamos hemos ido sólo a un parque natural: Arusha National Park. Ana María me invitó de regalo de cumpleaños. Fue un paseo espectacular. Vimos jirafas, zebras, búfalos, una hiena, un civet, waterbucks, blue monkeys, Guereza colobus y una gran cantidad de pájaros incluidos flamingos, ibises, grullas, busardos y chorlitos. Aproveché para hacer mis primeros pinitos filmando y tomando fotos pero todavía no con muy buenos resultados.
Pero las aventuras con el mundo animal no paran en este paseo. El jardin de nuestra casa está lleno de animales, algunos peligrosos. Hay en él muchos tipos de pájaros y mariposas, pero también hemos descubierto una pareja de camaleones que vienen a capturar insectos en las ramas de un arbol de guayaba.
El macho es un camaleon con dos largos cuernos rojos y con una nuca que parece una máscara digna de un aquelarre. Cambia de colores: verde, azul, amarillo, rojo, café. Cuando está atemorizado se para en dos patas, abre sus brazos y se transforma en un monstruo aterrorizante.
También descubrimos el otro día una culebra, o mejor, la piel que una culebra había dejado alrededor de la casa. Yo le pregunté a la persona que cuida el jardín si había culebras y me respondió con un tajante no. Le mostré entonces la piel y puso tal cara de espanto que quedé preocupado. Me dijo que era la piel de una culebra venenosa. Nos tocó entonces mandar a fumigar el jardín para que se fuera la culebra. El problema es que con ella se fueron seguramente otros animales no peligrosos que tardaran en volver.
La semana pasada tuvimos un episodio con una tortuga leopardo que un amigo se encontró en la calle y la recogió por miedo a que la fuera a aplastar un carro. Como sabe que a mi me gustan los animales me la dió de regalo. Yo la recibí con la idea de protegerla y llevarla a algún lugar. Llamé a la Sociedad Protectora de Animales de Arusha (sí, existe tal institución) y le conté la historia de la tortuga al señor “Livingston”. Vinimos a la casa, vió la tortuga y el jardín y dijo: “quédese con ella, que va a estar bien en el jardín”. Con muchas dudas resolví dejarla. Sin embargo como teníamos que fumigar por la culebra, tuve que meterla en un baño de la casa para que no se fuera a envenenar. Allí paso un día entero metida en su caparazón. Como es una animal salvaje decidí insistir en buscarle un hogar. Fui al Museo de Historia Natural de Arusha (sí, también existe este museo) donde tienen un gran número de tortugas. Me reuní con el Director de Educación del Museo, el señor Buro, quien aceptó recibir la tortuga después de averiguar bien si yo la tenía en mi casa de mascota o si de verdad la había salvado con mi amigo de una muerte cierta. Mientras él me hacía una indagatoria yo iba imaginando cómo iba a ser detenido por la policía por tráfico ilegal de animales. Pensé que me iba a pedir un soborno por no denunciarme. Por fortuna nada de eso pasó. La tortuga fue entregada, registrada y hasta me ofrecieron hacerme una carta oficial del Museo agradeciéndome. Después de dejar a la tortuga en su nuevo hogar (al lado de un águila) el Director de Educación me hizo una visita guiada por el triste y polvoriento Museo de Historia Natural.
El paso de la tortuga por nuestra casa sirvió para que Simón tuviera su primera mascota e hiciera sus primero pinitos como equitador o debo decir “totugador”. Como verán, no le fue mal!
Así, pues, ha pasado nuestro primer mes. Hemos estado muy contentos y nos hemos divertido cantidades con las cosas que ocurren en este cálido y amable pueblo del Este de Africa.
Excelente! Se la acabo de leer a Inés para que comience este domingo soñando!
Un beso a todos, Julieta
Oiga, conteste cuando uno le escribe! Un abrazo a todos. Lo quiero mucho.
Esta Buenisimo el Blog – un abrazo – Manuel
Pues como veras el grupo de amigos/fan sigue creciendo. Un bravo por este estupendo blog
Sonia